Las fugas después de estas cirugías son un riesgo latente, y esto a su vez podrían generar  infecciones peligrosas, incluso potencialmente mortales. Ahora, cirujanos del monte Sinaí de Nueva York han introducido una modificación pionera que reduce significativamente el riesgo. 

Lou Martínez colecciona monedas, relojes y otras bisuterías. Le encantan las cosas que tienen una larga historia.

Pero en el 2018, la salud de Martínez dio un vuelco: trabajaba de noche y tuvo un grave y repentino susto.

"No podía tragar la comida. No podía tragar agua, zumo, nada. Todo estaba ahí y me entró el pánico" dijo el paciente Martínez.

Tras años luchando contra la acidez estomacal, los médicos diagnosticaron a Martínez cáncer de esófago.

"El mayor tratamiento con esofágico es sacarlo" agrego el Dr. Raja Flores, jefe de cirugía torácica.

Sin embargo, los pacientes pueden tener complicaciones en el lugar donde los cirujanos vuelven a conectar el esófago y el estómago.

"Eso tiene que curarse y cuando eso no se cura, el contenido se escapa. Una fuga puede estar fuera de control cuando el paciente está enfermo. La sepsis puede llevar potencialmente a la muerte" dijo Flores.

El doctor Flores y sus colegas han revisado el procedimiento de forma que maximiza el buen flujo sanguíneo a la zona.

"Hemos descubierto que se puede hacer la operación sin extirpar, sin cortar la arteria gástrica derecha y no es solo la arteria, sino que es la arteria, la vena. Quieres asegurarte de mantener todo intacto" dijo el doctor.

La cirugía revisada reduce la tasa de complicaciones del 25 por ciento de los pacientes a algo menos del dos por ciento.

Al principio, Martínez tenía miedo de operarse, pero el doctor flores le convenció de que le salvaría la vida. Ahora que se ha recuperado, Martínez dice que a diferencia de las antigüedades que colecciona, estos días se siente como nuevo. 

El doctor Flores dice que la nueva técnica también disminuye el tiempo de cirugía de siete horas a dos y media. Dice que es importante que los pacientes sepan que la acidez estomacal y el reflujo ácido, alimentados por el aumento de la obesidad, pueden poner en peligro la vida si no se tratan.

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